Entrevista a Elena López Gil

Elena López fue una de las fundadoras de la Asociación de Museólogos y Museógrafos de Andalucía (AMMA), con el cargo de vicepresidenta hasta 2012 y de presidenta hasta hace poco más de dos años. A día de hoy es una socia más que sigue atentamente las actividades de AMMA y que colabora en cuantos proyectos genera la asociación aportando una larga experiencia profesional, tras más de 30 años de carrera. La AMMA acoge a todos los profesionales de los museos y del patrimonio cultural de Andalucía.

Nosotros la hemos planteado una entrevista muy similar a la que nos concedió Joan Vicens (presidente de la Asociación de Museólogos de Catalunya), a fin de poder encontrar convergencias.


Teniendo en cuenta que se entiende como Museología el “Conjunto de teorías sobre los museos como institución y sobre su función dentro de la sociedad” en El Museo Transformador reivindicamos el término museísta más que museólogo, para definir todas aquellas personas que nos dedicamos a trabajar en el mundo de los museos y del patrimonio con independencia del lugar que ocupen, ya que es más inclusivo ¿Cuál es tu opinión?

Elena López Gil

La verdad es que llevamos tiempo pensando sobre esto, desde la fundación de AMMA en 2007 quisimos crear una asociación en la que nadie se sintiera excluido (museólogos y museógrafos, museología y museografía) y representar a todas las personas que trabajan por y para los museos desde distintos ámbitos. En su momento barajamos la idea de utilizar un término que tímidamente comenzó a usarse en España a mediados del siglo XX: museística, además según la RAE museística es: perteneciente o relativo al museo. Aunque me considero museógrafa, creo que sería más fácil para todos utilizar una única palabra para presentarnos.

Pepe Serra, director del Museo Nacional de Arte de Cataluña, denuncia que Cataluña no tiene una política de museos de país en gran parte porque el desbarajuste de dependencias orgánicas de diferentes administraciones y fundaciones de los museos de Cataluña, lo dificulta. ¿Sucede algo parecido en Andalucía? Si fuera el caso ¿crees que a pesar de esto podrían encontrarse maneras para resolverlo?

En Andalucía tenemos un extraordinario patrimonio, natural y cultural, conservado en museos y otras instituciones. Tenemos además muy buenos técnicos, tanto dentro de la administración como profesionales autónomos. Ahora solo falta que nuestros gobernantes sean conscientes de ello, que no banalicen el significado de la cultura y que no entiendan el patrimonio como un producto turístico más, apoyando nuestro trabajo con una visión de futuro a largo plazo y siendo conscientes de que la escasez presupuestaria de las instituciones culturales no es la única responsable de que muchos de nuestros museos no funcionen como sería deseable y que nuestros profesionales se vean obligados a emigrar. Sin embargo, es cierto que los museos se han organizado desarrollando proyectos de manera conjunta o creando redes territoriales que contribuyen a una mejor articulación de todos ellos. Estoy convencida que entre todos, con una sola voz podríamos hacer mucho más y ese fue uno de los motivos que nos llevó a fundar AMMA. Las asociaciones de profesionales son una buena herramienta de comunicación con las administraciones públicas.

Hablemos de jóvenes en los museos. Se dice muy a menudo que no los visitan, pero los datos no confirman eso según diversas encuestas ¿No crees que ya es hora de romper algunos axiomas no verificados como este y que los museos nos centremos en hacer propuestas que sean realmente inclusivas para todos más allá de su edad?

El consumo cultural es hoy imparable, y por tanto un proyecto cultural debe satisfacer a un público cada vez más numeroso, variado y de muy diversa procedencia que exige elementos de interpretación para poder comprender los, cada vez más diversos, bienes patrimoniales que se les ofrece y pide cada vez más una mayor calidad. No se trata de atraer público o de llenar museos sin más, sino de hacerlo en función de sus necesidades y nuestras posibilidades creando nuevos hábitos de ocio. Y quizá ahí es donde fallamos a los jóvenes que sí se acercan a otras manifestaciones culturales y que dependiendo de la oferta acuden al museo y se interesan por sus actividades. Yo creo que es muy importante hablar de accesibilidad e inclusión pero sobre todo tener presente desde el primer momento en el que se inicia un proyecto al público al que nos dirigimos, si los jóvenes no vienen no podemos echarles a ellos la culpa, más bien la tendremos los profesionales que ni les ofrecemos un producto adecuado ni hablamos su mismo lenguaje.

Si seguimos con este tema, el dato que sí está comprobado es que a los museos de arte asisten mayoritariamente adultos, mientras que a los de ciencia los adultos, simplificando mucho, acuden para acompañar a los niños. ¿Cómo deberíamos actuar para que esto no fuera así? ¿Qué papel crees que puede desempeñar el lenguaje museográfico, el cómo se muestran los objetos y fenómenos en las exposiciones?

No me preocupa especialmente el asunto porque creo que los gustos y preferencias cambian con los años y es cierto que a los niños les pueden atraer más las exposiciones y actividades relacionadas con las ciencias y esto hay que aprovecharlo para crear en ellos el hábito de acercarse al museo. Sin embargo, los centros de arte contemporáneo y muchos de los usuarios se consideran una élite en la que no tienen cabida los niños. Como he podido comprobar en bastantes ocasiones en las que vigilantes de sala o los propios usuarios son capaces de llamar la atención a aquellos que visitamos sus salas acompañados de niños ¡con lo fácil que es el arte contemporáneo para ellos y lo que disfrutan en estas visitas! Creo que la obligación de los museos es tratar a todos los ciudadanos por igual, e incluirles en su discurso, ayudarles a ser visibles y promover, a través de la cultura, su integración. Por tanto los centros de Arte Contemporáneo o las exposiciones de arte contemporáneo, se celebren donde se celebren deberían hacer llegar al público visitante el conocimiento del mismo para cubrir las necesidades de ocio, recreo y esparcimiento potenciando los aspectos formativos a través de actividades tales como exposiciones, talleres, conferencias, o visitas guiadas entre otras muchas de manera inclusiva, accesible y dialogante.

Y continuando con los jóvenes ¿Qué crees que debería hacerse en los museos para favorecer que los jóvenes tengan acceso a la profesión museística?

Lo primero es dar una formación de calidad (todos conocemos másteres y otras titulaciones de postgrado de baja calidad, poco pensadas y con pocas salidas profesionales), una formación de postgrado que acoja a cualquiera que pueda interesarse por el tema, no nos quedemos en los profesionales que tradicionalmente se han interesado por el museo. La formación en el campo de los museos es bastante reciente y generalmente estos estudios suelen ser de postgrado, y actualmente se interesan por los museos personas con otros perfiles y titulaciones. Muchos museos necesitan determinados especialistas como técnicos documentalistas, community manager, diseñadores gráficos, gestores o especialistas en marketing que poco tienen que ver con el tipo de formación teórica que ofrecen la mayoría de los estudios de postgrado. Y aquí es donde creo que los jóvenes pueden tener cabida, en todo caso debemos ser capaces de comunicarnos con ellos, que se interesen por el museo y que a esa formación sigan contratos acordes con la especialización pedida y que no vengan de la mano de empresas que, desde otros sectores, como el de la limpieza de edificios se han colado en el sector ofreciendo contratos precarios que hacen abandonar a muchos.

Otro de los falsos axiomas que se dan por ciertos es que el museo no debe educar. Es muy posible que se diga esto porque se confunde educación con escuela y es obvio que el museo no debe hacer de escuela, que tiene una forma propia de hacer educación basada en el lenguaje que le es propio: el museográfico. ¿Qué opinas?

Entonces el cine, el teatro, la danza o la música tampoco educan /forman, creo que la cultura forma y educa, de una forma distinta a la educación formal, a la vez que entretiene. El museo es algo más que un lugar en el que almacenar y conservar objetos del pasado, el público se ha convertido en el gran protagonista y aparecen nuevos planteamientos y nuevos usos que mejoran nuestros museos, además el potencial educativo del museo es susceptible de ser aprovechado por parte de los docentes, como complemento al curriculum del centro académico. Hoy en día el museo es, sobre todo, generador de cultura, lugar de encuentro, es el museo del público, de un público global, digital o presencial. Es, o debe ser, un museo que acoge a todos los grupos sociales.

En El Museo Transformador creemos que es muy importante trabajar por paliar los déficits de los museos en lo tocante a la gestión estratégica, que suele posponerse debido las urgencias habituales de la gestión ejecutiva. Parece que es necesario demostrar que no se está detenido, que no se puede dejar de hacer cosas. ¿Cuáles son a tu juicio los elementos clave para que la gestión estratégica sea el puntal sobre el que articular el funcionamiento de los museos?

Lo elementos clave son: planificación y recursos, humanos y económicos, suficientes para poder atender a algo más que a la urgencia del día a día. No queda más remedio que cambiar, que instalarnos definitivamente en el siglo XXI y acelerar procesos que tímidamente se habían comenzado. Debemos volver sobre las colecciones, sobre el público y potenciar la tecnología como una herramienta de trabajo potente, nunca como un fin en sí misma. Además es momento de trabajar en red, de colaborar y compartir, de repensar el museo y de convertir esta crisis en oportunidad para seguir avanzando. Durante la pandemia, las nuevas tecnologías de la comunicación cumplieron su función posibilitando el acceso a los museos, pero, qué duda cabe que, sin un plan de comunicación eficaz las actividades y servicios no llegarán nunca a sus destinatarios.

En el mismo sentido que la pregunta anterior. Durante la pandemia hubo diversas iniciativas on line que compartían el interés por redefinir algunos aspectos de los museos desde la base. Parecía como si el parón obligado ofreciera una oportunidad para realizar ciertos replanteamientos estratégicos. ¿Crees que esas intenciones se han plasmado finalmente en los museos de algún modo concreto?

La crisis del Covid-19 se propagó por el mundo entero abruptamente, impactando todos los aspectos de nuestras vidas. Los museos no fueron una excepción. Sabemos que el sector cultural se encuentra entre los más afectados, sin embargo, esta crisis también ha servido de catalizador para innovaciones cruciales que ya estaban en marcha. En particular, un mayor enfoque hacia la digitalización y la creación de nuevas formas de experiencia y difusión culturales. En aquel momento, los trabajadores del museo y la cultura se pusieron a innovar, a crear, a explorar nuevas formas de comunicación e interacción generando espacios de intercambio de experiencias y aprendizaje colectivo, se establecieron líneas de colaboración entre asociaciones y se crearon diversas plataformas de trabajo y todo ello con una pantalla por medio.
El confinamiento supuso una gran adaptación por parte de los museos. Se ha reconocido que las redes tienen mucho sentido en la cultura y en los museos, hemos asistido a una humanización de las personas que trabajan en los museos: ver las caras, conocer a los responsables, entablar un diálogo con ellos y establecer conexiones entre los departamentos de los museos que, en muchas ocasiones, trabajaban en burbujas aisladas. Sin embargo, reconozco que ha habido mucha improvisación, poca planificación y ninguna evaluación. Todo se ha hecho de manera alocada y sin ninguna programación. Pero estamos a tiempo de reconducirlo y replantear unas estrategias digitales adecuadas.

Hace unos años se habló mucho de participación en relación con los museos. ¿Cómo crees que ha cuajado finalmente esta visión (si fuera el caso)?

Tras el confinamiento todos teníamos necesidad de salir, de reencontrarnos. Y aunque la pandemia ha sido más una oportunidad que un contratiempo, y que las soluciones digitales permitieron reconectar y redefinir la relación de los museos con sus públicos, al tiempo que ampliaban su radio de alcance en el espacio digital, con la vuelta a la normalidad muchas de estas actividades han ido desapareciendo, aunque alguna que otra se ha reactivado, ha tomado impulso y se encuentra preparando nuevos proyectos. Es cierto que el confinamiento ha supuesto una gran adaptación por parte de los museos, que se han roto muchas barreras y está claro que sin la pandemia no habríamos llegado a este momento. A día de hoy no podemos distinguir entre presencial y digital. Son dos caras de una misma moneda y el museo debe asumirlo en su relación con el público que desea estar físicamente en el museo, aunque no siempre puede cumplir su deseo, pero busca información en la web, asiste a actividades a través de plataformas a su disposición o hace visitas virtuales. Técnicos, administraciones, creadores y público hemos ido acumulando experiencias que nos ayudarán en el futuro.

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