El braincoin como máximo valor patrimonial

Javier Hidalgo, cofundador de El Museo Transformador.


Que en la casa de subastas Christie’s se haya vendido una obra por 69 millones no es noticia, que la obra no sea tangible es, posiblemente, una de las noticias del año. Sin querer ahondar más en este hecho, la irrupción de los NFT (Non fungible token) en el escenario patrimonial me sirve para mostrar que lo inmaterial debe empezar a valorarse tanto como lo material en los bienes de cualquier institución cultural, especialmente en los museos.

La Rae define el patrimonio histórico como un conjunto de bienes de una nación acumulado a lo largo de los siglos, que, por su significado artístico, arqueológico, etc., son objeto de protección especial por la legislación. Quizá sea esta vetusta definición la que haya servido de ancla a muchos museos para estancarse en sus objetivos como grandes salvaguardas de este patrimonio con pequeñas ventanas de observación a la sociedad. Ahora bien, desde el punto de vista de un museo contemporáneo, ¿cuál sería la herencia patrimonial a preservar?

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La obra en cuestion, del criptoartista Beeple. Foto genbeta.com

Sin duda la conservación de estos objetos a los que se refiere la rae ha sido y será una de las funciones más importantes de los museos, pero, en la relevante función educativa de los mismos ¿acaso no existen otros elementos a preservar susceptibles de ser considerados patrimonio? No estamos hablando tan sólo de lo que se entiende como patrimonio inmaterial (tradiciones, lenguas, costumbres, etc.). Hablamos del patrimonio que las personas generan y que no se encuentra en una excavación o no se plasma en un cuadro. Un museo contemporáneo valorará o debería valorar por igual las ideas desarrolladas a lo largo de los años en su museo tanto como los objetos que tiene en custodia.

Los fenómenos expuestos en museos de ciencia, los formatos expositivos singulares, las visitas guiadas, comentadas, teatralizadas o dinamizadas, talleres demostrativos, recreaciones históricas, actividades participativas, metáforas museográficas, simulaciones históricas… ¿tienen el mismo valor patrimonial que un busto en piedra del siglo XIII?

En varias ocasiones escuché a Jorge Wagensberg decir que las ideas son patrimonio de la humanidad y aunque su intención era más a favor de una supresión de patentes, el concepto de idea y patrimonio siempre me ha fascinado. En un momento donde ni el dinero está a salvo de tener un sustento físico y el valor del patrimonio no tiene por qué tener que ver con el formato, el material o peso ¿No va a siendo hora de valorar las ideas como el valor patrimonial intangible más valioso se los museos?

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