Acompañamiento

Guido Ramellini, miembro del equipo fundador del MMACA.

Dada la historia bastante peculiar de la Asociación MMACA (Museu de Matemàtiques de Catalunya), creadora de las exposiciones permanente de Cornellà y de las itinerantes dedicadas a las matemáticas, el seguimiento del proceso que ha generado el concepto del Museo Transformador tiene aspectos particulares.

Para empezar, no fue un impacto, sino un acompañamiento durante años y soportado por diferentes productos (libros, artículos, cursos y tal vez incluso, con un impacto aún más potente, conversaciones) y por otro lado, propuestas de módulos, talleres y formación.

Para nosotros, que venimos del mundo de la escuela e intentábamos inventar un modelo nuestro de «museo», con pocas fuentes de inspiración, encontrar a alguien que ponía en el centro de su discurso los materiales, la educación y la comunicación nos sirvió de estímulo para hacer camino en un territorio desconocido, que nos alejaba cada vez más de la visión de la educación formal, investigando cómo armonizar lo tangible con lo emocionante y la abstracción cognitiva.

El Manifiesto representa quizás la culminación de una etapa, la del qué, para empezar otras nuevas: la del cómo, del quién, del dónde.

Huelga decir que, desde el MMACA, nos gustaría continuar acompañando este viaje siempre fuera de las zonas de confort pero nunca incómodos.

1 comentario en “Acompañamiento”

  1. No es la primera vez que los maestros entran con fuerza en el mundo de los museos de ciencia, algo que normalmente vienen haciendo con éxito. Cabe recordar el Principia de Málaga (aunque ahora conozca importantes dificultades) o el Mudic de Alicante/Murcia, por mencionar sólo un par de casos locales.
    Desde la profesión de los museos de ciencia cabe preguntarse porqué museos modestos con muy pocos medios y hechos casi de forma íntegra por equipos de maestros que no son profesionales de los museos ―a veces en su tiempo libre, en comisión de servicios o incluso jubilados―, consiguen unos resultados que los grandes museos de ciencia en ocasiones no alcanzan. La respuesta seguramente tiene que ver con una clara orientación estratégica a los resultados educativos, una visión que, unida al trabajo apasionado, al conocimiento, a la eficiencia y, porqué no decirlo, al talento, da como resultado espacios museísticos de relevancia, que en cierto modo podrían poner en evidencia la labor de los profesionales dedicados expresamente a los museos de ciencia. En el caso del MMACA, por si fuera poco, se aborda nada más y nada menos que las matemáticas: todo un apasionante reto eso de comunicar las bases de una disciplina abstracta con los recursos propios del lenguaje museográfico, que se basan sobre todo en aquello que es tangible.

    A veces se minusvalora a estos museos diciendo de ellos que son espacios que están a disposición de la escuela, y que en buena medida son sobre todo una especie de apéndice de ella. Efectivamente: el lenguaje museográfico se propaga hoy en día por todas partes con su gran capacidad comunicativa, y ya lo podemos encontrar en muy distintos ámbitos: asociado a la comunicación empresarial en el caso del museo corporativo, o asociado a la tematización de espacios en el caso de parques de atracciones; por poner sólo un par de ejemplos dispares. La escuela contemporánea, muy abierta a la innovación educativa, no iba a ser menos, y ha comprendido bien cuáles son los activos del lenguaje museográfico y no piensa desperdiciarlos. Del mismo modo, también la escuela sabe aprovechar otros lenguajes para sus propósitos educativos, como el lenguaje de la música o el lenguaje audiovisual.
    Los museos de orientación escolar no sólo son totalmente respetables (y admirables), sino que demuestran que el lenguaje museográfico ―como lenguaje autónomo y de pleno derecho que es― puede servir a cualquier fin comunicacional.

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